Table of Contents Table of Contents
Previous Page  2378 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 2378 / 2894 Next Page
Page Background

La resonancia magnética (RM) del corazón y los grandes

vasos se ha convertido en una herramienta muy útil para el diagnós-

tico radiológico incruento en niños con cardiopatías. Lo más habi-

tual es aplicar la RMpara la descripción segmentaria de las anomalías

cardíacas; para la valoración de las anomalías de la aorta torácica;

para la detección y cuantificación incruenta de los cortocircuitos, las

estenosis y las insuficiencias; para la valoración de las malformacio-

nes conotruncales y de las anomalías complejas; para la identifica-

ción de las malformaciones venosas pulmonares y sistémicas, y como

estudio postoperatorio y de evaluación de las cardiopatías congénitas

en los adulto

s 52

. La RM resulta especialmente útil para cuantificar la

función ventricular, los movimientos regionales de la pared, la com-

petencia de las valvas y para cartografiar la velocidad de flujo. Es

especialmente útil para visualizar el cayado aórtico, las arterias pul-

monares y los vasos mediastínicos en niños con cardiopatías congé-

nitascomplejas.EntrelaslesionesenlasquelaRMaportainformación

precisa y útil destacan la coartación de aorta, anomalías de las arte-

rias pulmonares, conexiones venosas pulmonares anómalas y persis-

tencia de la vena cava superior izquierda, así como de los conductos,

derivaciones y dispositivos intracardíacos. La RM también es útil

en pacientes de edad avanzada con ventanas acústicas deficientes y en

pacientes con deformidades de la pared torácic

a 52 .

Se puede usar

como alternativa al cateterismo cardíaco en pacientes seleccionados.

Sin embargo, no permite obtener datos fisiológicos como las satura-

ciones de oxígeno. La RM cardíaca de provocación con adenosina se

emplea para definir áreas de isquemia inducible.

El cateterismo cardíaco sigue siendo la prueba de referencia para

valorar laanatomíay lafisiología en las cardiopatías congénitas.Aunque

actualmente es posible dar respuesta a muchas dudas anatómicas de

forma fiable con técnicas incruentas, el cateterismo sigue siendo una

herramienta fundamental en los casos que plantean dudas anatómicas

complejas o en los que se precisan datos fisiológicos. Los datos impor-

tantes del cateterismo para el anestesista son los siguientes:

1. Respuesta del niño a los fármacos sedantes.

2. Presión y saturación de oxígeno en todas las cámaras y

grandes vasos.

3. Localización y magnitud de los cortocircuitos intra y extra-

cardíacos (Q˙ p/Q˙ s).

4. Resistencia vascular pulmonar y sistémica.

5. Tamaño y función de las cámaras.

6. Anatomía y función valvular.

7. Distorsión de las arterias sistémicas o pulmonares en rela-

ción con una cirugía previa.

8. Anatomía de las arterias coronarias.

9. Anatomía, localización y función de los cortocircuitos

creados anteriormente.

10. Variantes anatómicas adquiridas o congénitas que pueden

influir sobre el acceso vascular o la cirugía planificados.

La revisión meticulosa de los datos del cateterismo y el cono-

cimiento de su impacto potencial sobre el plan anestésico y quirúrgico

es fundamental. No es posible valorar y corregir todos los problemas

médicos en el preoperatorio; el cirujano, el cardiólogo y el anestesista

deben comentar los problemas de tratamiento potenciales y la necesi-

dad de valoraciones o intervenciones adicionales antes de llegar al

quirófano. La comunicación y la colaboración adecuadas entre los dos

médicos optimizará el tratamiento del paciente y facilitará la estrategia

terapéutica perioperatoria. Es típico que los centros organicen con

regularidad reuniones combinadas entre cardiología y cirugía cardíaca

para comentar los candidatos a la cirugía, durante las cuales se presenta

toda la información fundamental y se discute cada caso. Este tipo de

reuniones proporciona una oportunidad única para conocer a los

pacientes concretos propuestos para la cirugía y representa también

un foro de formación continuada que favorece un intercambio inter-

disciplinario orientado a aspectos contemporáneos, tanto médicos

como quirúrgicos, de las cardiopatías congénitas y sus tratamientos.

Premedicación

Véas

e capítulo 72 .

Tratamiento intraoperatorio

Preparación del quirófano

Es fundamental preparar de antemano y de forma cuidadosa el

quirófano. La máquina de anestesia debe tener la capacidad de

aportar aire, oxígeno dióxido de carbono y óxidos nítrico y nitroso

para ayudar a equilibrar los flujos de sangre pulmonar y sistémico.

Las vías intravenosas deben estar libres de burbujas de aire para

evitar la embolia gaseosa paradójica. Los fármacos para la reanima-

ción, que deben estar identificados y listos para su administración,

deben incluir succinilcolina, gluconato o cloruro cálcico, bicarbo-

nato sódico, atropina, fenilefrina, lidocaína y adrenalina. Se debe

mezclar una infusión inotrópica, en general de dopamina, y tenerla

preparada para su administración en casos de riesgo elevado, pero

se prepararán más infusiones si se sospecha que se pueden necesitar.

En todos los casos pediátricos se debe contar con ciertos fármacos

anestésicos (tiopental, propofol, ketamina). En la anestesia cardíaca

pediátrica muchos pacientes tienen una reserva limitada y liberan

concentraciones altas de catecolaminas endógenas como respuesta

adaptativa ante la cardiopatía de base. Por eso se deben tener pre-

parados los fármacos para la reanimación y tenerlos disponibles de

forma inmediata antes de inducir la anestesia.

La capacidad para modificar con rapidez la temperatura,

tanto para el enfriamiento como para el recalentamiento, es fun-

damental en la cirugía de las cardiopatías congénitas. Durante la

CEC en hipotermia profunda, los pacientes se enfrían hasta 18 °C.

Es importante contar con sistemas de enfriamiento superficial con

colchones de agua caliente y fría, y disponer de un control eficiente

de la temperatura ambiente y del quirófano como parte del trata-

miento de estos pacientes.

Monitorización fisiológica

La monitorización empleada en un paciente concreto dependerá de

la situación del niño y de la magnitud de la intervención planificada.

En la

tabla 73-8

se recogen las técnicas de monitorización periope-

ratoria disponibles. La monitorización incruenta se coloca antes de

inducir la anestesia. En un paciente pediátrico que llora, el aneste-

sista puede optar por retrasar la aplicación de los monitores hasta

justo después de inducir la anestesia. La monitorización convencio-

nal incluye un sistema de electrocardiografía, un pulsioxímetro, un

capnógrafo, un estetoscopio precordial y un manguito de presión

arterial del tamaño adecuado (oscilométrico o Doppler). Otros sis-

temas de monitorización que se pueden emplear son un catéter

arterial permanente, sondas de temperatura y un estetoscopio eso-

fágico. En general se emplean sondas de Foley cuando la cirugía

exige CEC o si se puede producir isquemia renal o cuando en la

anestesia se incluye alguna técnica regional asociada a retención de

orina. Algunos centros monitorizan de rutina la presión venosa

central (PVC) en la cirugía cardiovascular mayor. Otra alternativa

que nosotros solemos emplear son unas vías auriculares transtorá-

cicas colocadas de forma directa para obtener la información nece-

saria para interrumpir la CEC y el postoperatorio. En este contexto

se deben sopesar los beneficios de la información o el acceso que

2378

Anestesia pediátrica