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ponerse en práctica. Es fundamental recordar que las disfunciones

ventriculares tras la derivación y los defectos residuales de tipo estruc-

tural identificados con ecografía Doppler se asocian a una mayor

incidencia de reintervenciones y a un aumento de la morbimortali-

da

d 58 .

Por tanto, esta herramienta de monitorización resulta útil para

valorar el resultado quirúrgico y para identificar los factores de riesgo

quirúrgicos. Todavía está por determinar si la identificación precoz

de estas anomalías, que orientan las intervenciones médicas y quirúr-

gicas adecuadas, mejora el pronóstico.

Se han descrito dos técnicas para la ecografía Doppler intrao-

peratoria: ecocardiografía transesofágica (ETE) y ecocardiografía

epicárdica. En la ETE, la sonda se coloca tras inducir la anestesia e

intubar al paciente y a continuación sirve para monitorizarlo. La

ventaja de esta técnica reside en su utilidad para monitorizar de

forma continua la estructura y la función cardíaca sin interrumpir

la cirugí

a 12,59

. Dada esta localización ideal de la visualización, la ETE

ha resultado de especial utilidad para valorar el retorno venoso

pulmonar y la integridad de la válvula AV izquierda tras la valvulo-

plastiamitral, la reparación completa de la válvula AV y la corrección

de cardiopatías congénitas complejas. Las primeras limitaciones de

las proyecciones se han eliminado casi por completo gracias a la

experiencia clínica y los adelantos de las imágenes biplanares. La

introducción de sondas biplanares para ETE pediátrica ha permitido

ampliar el límite de peso hasta neonatos de 2,5-3 k

g 60 .

Entre los

posibles riesgos de la ETE que deben ser vigilados de forma especial

destacan la compresión de la aorta descendente y de las vías respi-

ratorias por el tamaño de la sonda o durante la flexión de la misma.

Si estuviese indicada una ETE antes de la reparación, deberá retirarse

la sonda durante el procedimiento debido al riesgo de lesiones eso-

fágicas durante la hipotermia o las situaciones de flujo bajo o nulo.

Una segunda técnica para el análisis ecocardiográfico intrao-

peratorio en niños es el abordaje epicárdic

o 56,60

. Este abordaje se

realiza colocando un transductor limpio de foco corto de 5 o 7MHz

a través de la pantalla de anestesia dentro de una funda estéril, que

se puede apoyar sobre la superficie epicárdica del corazón. Esta

técnica facilita las manipulaciones de la sonda necesaria para explo-

rar en detalle las estructuras fundamentales y la función dinámica

del corazón. La ventaja de esta técnica es que permite obtener todas

las proyecciones en pacientes de cualquier tamaño. Entre las des-

ventajas destacan la necesidad de que el especialista tenga la habi-

lidad y la experiencia suficientes para realizar las manipulacione

s 58 ,

la necesidad de interrumpir la cirugía para manipular la sonda y el

posible impacto negativo de la manipulación mecánica miocárdica

directa. La ecocardiografía epicárdica ya prácticamente no se emplea

gracias a las capacidades actuales de la ETE.

Monitorización especializada del sistema nervioso central

El objetivo fundamental de la monitorización cerebral es mejorar

nuestros conocimientos sobre la función y la disfunción cerebral

durante la cirugía cardíaca para poder desarrollar estrategias de pro-

tección cerebral eficaces. Dado que muchos de los determinantes de

la perfusión cerebral normal se someten al control externo por parte

del equipo cardíaco durante la CEC, como el ritmo del flujo (gasto

cardíaco), la presión de perfusión, la temperatura, el hematocrito y

la Paco

2

, resulta esencial conocer qué efectos tienen estos factores

sobre el encéfalo en los neonatos, los lactantes y los niños. Además,

el estudio del cerebro en circunstancias biológicas infrecuentes,

como tras la parada circulatoria hipotérmica profunda (PCHP) o

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Anestesia pediátrica



Figura 73-4

 Ecocardiografía epicárdica intraoperatoria previa a una

circulación extracorpórea en el eje longitudinal. Obsérvese la inserción del

músculo papilar de la válvula tricúspide en el tabique interventricular. A la

vista de esta imagen, el cirujano decidió que era posible cerrar la

comunicación interventricular (CIV) en un niño que, preoperatoriamente había

sido considerado como candidato únicamente para tratamiento paliativo.

AI, aurícula izquierda; VD, ventrículo derecho; VI, ventrículo izquierdo.

Figura 73-5

A,

Ecocardiograma con mapa Doppler de flujo en el eje

longitudinal que muestra una comunicación interventricular (CIV) residual

secundaria a la dehiscencia del parche tras la reparación inicial. El flujo

turbulento a través de la CIV aparece como un mosaico de partículas blancas

(flecha).

Este hallazgo obligó a reiniciar de inmediato la circulación

extracorpórea y a repetir la reparación.

B,

El mapa Doppler de flujo repetido

en el eje longitudinal muestra el cierre con parche

(flecha)

de la CIV tras la

nueva reparación. Obsérvese la ausencia de flujo turbulento con pérdida del

mosaico de partículas blancas. AI, aurícula izquierda; Ao, aorta; VD,

ventrículo derecho; VI, ventrículo izquierdo.