Table of Contents Table of Contents
Previous Page  2386 / 2894 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 2386 / 2894 Next Page
Page Background

pueden obstruir la cava, deteriorar el drenaje venoso y aumentar la

presión venosa en las circulaciones cerebral y mesentérica.

La CEC con hipotermia profunda suele reservarse para neo-

natos y lactantes que necesitan reparaciones cardíacas complejas.

Sin embargo, algunos niños mayores con malformaciones cardíacas

complejas o patología grave del cayado aórtico se benefician de estas

temperaturas hipotérmicas profundas. En general, se elige esta

técnica para que el cirujano pueda operar en condiciones de CEC

de bajo flujo o de parada circulatoria total. Los flujos de la bomba

bajos (50ml/kg/min) mejoran las condiciones quirúrgicas del ciru-

jano porque dejan un campo prácticamente exangüe. La PCHP le

permite al cirujano eliminar las cánulas auricular y aórtica. Si se

emplea esta técnica, la reparación quirúrgica será más precisa, ya

que se consigue un campo quirúrgico exangüe y sin cánulas. La

detención de la circulación, incluso a temperaturas hipotérmicas

profundas, plantea dudas sobre el grado de conservación de la

función de los órganos con una hipotermia profunda, sobre todo

de posibles riesgos para el encéfal

o 112 .

Hemodilución

La hemodilución se ha empleado durante la CEC para reducir el

consumo de sangre homóloga y se cree que mejora el flujo micro-

circulatorio al disminuir la viscosidad de la sangre. Aunque la

sangre hemoconcentrada tiene una capacidad de transporte de

oxígeno mejor, su viscosidad disminuye el flujo eficiente a través de

la microcirculación. Cuando se emplean temperaturas hipotérmi-

cas, la viscosidad de la sangre aumenta de forma significativa y el

flujo disminuye. La hipotermia, asociada al flujo no pulsátil de la

CEC, deteriora el flujo de sangre en la microcirculación. Esto puede

traducirse en la formación de barro dentro de la sangre, oclusión

de los vasos pequeños o aparición de múltiples áreas de hipoperfu-

sión tisular. Por tanto, la hemodilución es una consideración impor-

tante durante la CEC hipotérmica. Sin embargo, no está bien

definido el grado de hemodilución adecuado para una temperatura

hipotérmica concreta. Además, la hemodilución disminuye la

presión de perfusión, aumenta el FSC de forma que puede aumentar

la carga de microémbolos cerebrales y reduce la capacidad de trans-

portar oxígeno de la sangr

e 113

. En un modelo animal, un grupo de

investigadores demostró que la hemodilución extrema hasta un

hematocrito inferior al 10% se asociaba a un aporte inadecuado de

oxígeno, mientras que, cuando el hematocrito era del 30%, mejoraba

la recuperación cerebral tras la PCH

P 114

. Jonas y cols

. 115

confirma-

ron estos hallazgos en un ensayo aleatorizado con dos protocolos

de hemodilución (hematocrito del 20 o del 30%) en lactantes

menores de 9 meses. Los resultados del desarrollo se valoraron tras

un año de seguimiento con la escala de desarrollo del lactante de

Bayley. A corto plazo, el grupo con un hematocrito menor mostró

niveles mínimos de índice cardíaco más bajos, concentraciones de

lactato sérico más altas a la hora de la CEC y un incremento del

agua corporal total mayor el primer día del postoperatorio. Al año

de edad, las puntuaciones de los índices de desarrollo mental fueron

parecidas, pero los índices de desarrollo psicomotor fueron signifi-

cativamente menores en el grupo de hematocrito más bajo. Además,

los lactantes de este grupo mostraron valores de desarrollo psico-

motor dos desviaciones estándar por debajo de la media. Teniendo

en cuenta que los hematíes actúan a modo de reservorio principal

de oxígeno durante la parada circulatoria, sobre todo durante el

recalentamiento, suelen preferirse valores de hematocrito próximos

al 30% para la hipotermia profunda cuando se plantea esta técnica.

En la actualidad, la mayoría de los centros mantiene valores de

hematocrito alrededor del 25-30% durante la CEC, lo que mejora

el aporte de oxígeno a órganos vitales como el encéfalo. El aporte

de oxígeno al cerebro es una consideración de especial importancia,

ya que la autorregulación cerebral se altera a temperaturas hipotér-

micas profundas y tras la PCHP.

Para conseguir un hematocrito del 25-30% en los recién

nacidos y los lactantes debería añadirse sangre del banco a la solu-

ción cebadora. El valor de hematocrito mixto en la CEC (el valor

de hematocrito del volumen de cebado total más la volemia del

paciente) puede calcularse con la fórmula siguiente:

Hto

CEC

= ​ 

V

pa

×Hto

pa

 _________

V

pa

+VCT

 ​

donde Hto

CEC

es el hematocrito mixto (V

pa

+ VCT), V

pa

es la volemia

del paciente (peso en kilogramos x volumen estimado de sangre en

mililitros por kilogramo), VCT es el volumen de cebado total y Hto

pa

es el hematocrito inicial del paciente. Este cálculo permite estimar

el hematocrito del paciente usando una solución cebadora exenta

de sangre y resulta útil en niños mayores y adolescentes. En los

neonatos y los lactantes, el perfusionista debe añadir sangre al cebar

la bomba para conseguir el hematocrito deseado durante la CEC

hipotérmica. La fórmula siguiente permite estimar la cantidad de

concentrados de hematíes en ml que deben añadirse al volumen de

cebado para conseguir este valor de hematocrito:

Hematíes añadidos (ml) = (V

pa

+VCT) (Hto

deseado

) − (V

pa

) (Hto

pa

)

donde V

pa

es la volemia del paciente, VCT es el volumen de cebado

total, Hto

deseado

es el hematocrito deseado durante la CEC y Hto

pa

es el hematocrito inicial del paciente.

En este momento no existen datos para definir el valor de

hematocrito óptimo tras el destete de la CEC. Las decisiones relati-

vas al hematocrito tras la CEC se realizan según la función y la

anatomía del paciente tras la reparación. Los pacientes con hipoxe-

mia residual o con una disfunción miocárdica moderada o grave se

benefician de una mejor capacidad de transporte del oxígeno con

valores de hematocrito del 40% o superiores. Los pacientes con una

corrección fisiológica y una función miocárdica excelente pueden

tolerar valores de hematocrito del 25-30

% 116

. En niños con una

disfunción miocárdica leve o moderada parece razonable aceptar

valores de hematocrito entre el 25-30%. Por tanto, en pacientes con

una corrección fisiológica, una función ventricular moderadamente

buena y estabilidad hemodinámica, debe tenerse en consideración

el riesgo asociado a la transfusión de sangre y hemoderivados

durante el período inmediatamente posterior a la CEC.

Control de la gasometría

Los beneficios teóricos del control de la gasometría con

a

-stat frente

a pH-stato durante la CEC hipotérmica han sido objeto de grandes

debates (v. cap. 39). Aunque es posible que la estrategia del uso de

pH-stat no sea óptima en los pacientes adultos en los que el princi-

pal riesgo de lesión cerebral es la microembolia, se considera que

este riesgo es menor en los lactantes porque no sufren aterosclerosis.

Si se emplea el pH-stat, la adición de CO

2

a la mezcla de gas inspi-

rado durante el enfriamiento de la CEC incrementa el FSC y puede

mejorar la oxigenación tisular cerebral y el pronóstico.

El controvertido tema del control del pH durante la CEC se

ha valorado en un estudio a gran escala en el Boston Children’s

Hospital. En este estudio, los lactantes menores de 9 meses de edad

fueron asignados de forma aleatorizada a un

a

-stat frente a un

pH-stat durante la CEC hipotérmica profunda con seguimiento a

largo plazo excelent

e 117,118 .

Se valoraron los resultados del desarro-

llo neurológico en lactantes que iban a someterse a la reparación

biventricular de diversas malformaciones cardíacas cuando tenían

menos de 9 meses de edad. Los beneficios a corto plazo de la estra-

tegia con pH-stat fueron una tendencia a una morbilidad postope-

2386

Anestesia pediátrica