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CEC. La cánula arterial se deja en su sitio para poder administrar

una infusión lenta de la sangre residual de la bomba con el fin de

optimizar las presiones de llenado. La función miocárdica se valora

visualizando directamente el corazón y con un catéter auricular

derecho o izquierdo transtorácico, con un catéter percutáneo en la

yugular interna o con ecocardiografía intraoperatoria. También se

puede emplear la pulsioximetría para valorar la idoneidad del gasto

cardíac

o 154 .

Una saturación arterial sistémica baja o la incapacidad

de la sonda del oxímetro para registrar el pulso pueden indicar un

gasto cardíaco muy bajo y una resistencia sistémica alt

a 155 .

Tras la reparación de malformaciones cardíacas congénitas

complejas, el anestesista y el cirujano pueden encontrar dificultades

para separar a los pacientes de la CEC. En estos casos se debe

establecer un diagnóstico, que abarca: 1) un resultado quirúrgico

inadecuado con una malformación residual que exige su repara-

ción, 2) hipertensión arterial pulmonar y 3) disfunción ventricular

derecha o izquierda.

Suelen emplearse dos abordajes generales, de forma inde-

pendiente o conjunta. Se puede realizar un «cateterismo cardíaco»

intraoperatorio para medir de forma aislada las presiones en los

grandes vasos y las cámaras cardíacas (p. ej., mediciones durante la

retirada del catéter o punción directa con aguja para valorar los

gradientes de presión residuales a través de las válvulas reparadas,

los puntos de estenosis o los conductos y los datos de saturación de

oxígeno con objeto de valorar posibles cortocircuitos residuales

) 156 .

Otra opción es emplear la ecografía Doppler para conseguir visua-

lizar intraoperatoriamente anomalías estructurales o funcionales y

facilitar la valoración de la reparación cardíaca postoperatori

a 12,157 .

Si se detectan anomalías estructurales, podría reinstaurarse la CEC

y reparar las malformaciones residuales antes de que el paciente

abandone el quirófano. La salida del quirófano con un defecto

estructural residual significativo influye de forma adversa sobre la

supervivencia del mismo y aumenta la morbilidad (v.

fig. 73-5 ) 12,157 .

El estudio con ecografía Doppler permite identificar con rapidez la

disfunción ventricular derecha e izquierda y sugiere la presencia de

una hipertensión arterial pulmonar. Además, esta técnica ayuda a

identificar anomalías regionales del movimiento de la pared secun-

darias a isquemia o a aire intramiocárdico, lo que permitirá elegir

el tratamiento farmacológico específico, y es un método para

valorar los resultados de estas intervenciones

( fig. 73-10 ) 158 .

Ultrafiltración

La instauración de la CEC en los recién nacidos, los lactantes y los

niños pequeños determina una respuesta proinflamatoria intensa y

una hemodilución significativa. Esto puede ocasionar morbilidad

y mortalidad tras la CEC en relación con un funcionamiento defec-

tuoso de los órganos. Los sistemas orgánicos más afectados son el

corazón, los pulmones y el encéfalo. Aunque el contacto entre la

sangre del paciente y la superficie del circuito de la CEC es un

estímulo potente para activar la cascada inflamatoria, otros factores,

como la isquemia, la hipotermia profunda, el recalentamiento y los

traumatismos quirúrgicos también son importantes en su aparición.

Entre estos mediadores inflamatorios se incluyen las anafilatoxinas

del complemento, las aminas vasoactivas y las citocinas (p. ej., el

factor de necrosis tumoral

a

[TNF-

a

]) que aumentan la permeabi-

lidad vascula

r 159

. La hemodilución se produce al comienzo de la

CEC a pesar del uso de soluciones de cebado equilibradas desde el

punto de vista fisiológico, entre las que se incluyen la sangre, cris-

taloides, albúmina y circuitos de menor volumen y tamponados. Sin

embargo, la hemodilución puede resultar ventajosa en los pacientes

en los que la cirugía se realiza en condiciones de hipotermia, que

puede ir desde una hipotermia leve a la parada circulatoria con

hipotermia profunda. La instauración de la CEC modificará las

propiedades viscoelásticas de la sangre, y se ha demostrado que

estos cambios persisten durante el período posterior a la CE

C 160

.

Aunque el modo de perfusión, la aspiración de la cardiotomía, el

tipo de bomba arterial y las fuerzas de cizallamiento dentro del

circuito de la CEC son relevantes, la temperatura y el hematocrito

son los factores que más importancia tienen en los cambios de

viscoelasticidad. Se ha demostrado que una temperatura baja con

un hematocrito alto incrementan la viscosida

d 161

. Este incremento

de la viscosidad puede alterar la perfusión de los órganos, sobre todo

el encéfalo. Por eso, estas alteraciones de la viscosidad de la sangre

explican que la hemodilución se tolere en las fases de enfriamiento

de la CEC. Aunque resulte ventajosa en fases precoces, esta hemo-

dilución combinada con la respuesta inflamatoria determinará la

transudación de líquido hacia el espacio extravascular, lo que puede

asociarse a su vez a una disfunción posterior de los órganos, según

se comentó antes. La prevención de la disfunción de los órganos y

la mejora de la oxigenación mediante la eliminación del exceso de

Anestesia para la cirugía cardíaca pediátrica

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73

Sección V

Anestesia pediátrica

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Figura 73-10

A,

Ecocardiografía bidimensional en el eje menor a la altura de los ventrículos, que muestra la existencia de aire intramiocárdico

(flecha)

en el

tabique ventricular y la pared ventricular derecha. El aire intramiocárdico aparece como un área ecogénica densa y «nevada». Obsérvese la anomalía asociada

del movimiento de la pared que aparece como un aplanamiento del tabique ventricular.

B,

El paciente fue tratado con fenilefrina, con aumento de la presión de

perfusión sistémica y coronaria, lo que permitió eliminar el aire, normalizar la densidad ecogénica y recuperar el movimiento y la configuración normales de la

pared ventricular izquierda (VI).