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se incluyen la nefropatía primaria, el bajo gasto cardíaco y las lesiones

renales inducidas por contraste tras el cateterismo cardíac

o 145

.

La incidencia de insuficiencia renal aguda tras la cirugía cardíaca

pediátrica es aproximadamente del 8%. Hay numerosos factores etio-

lógicos implicados y el resultado final común es la oliguria con eleva-

ción de la creatinina sérica. Los diuréticos han sido el pilar para inducir

la diuresis tras la CEC pediátrica. La administración de furosemida

a dosis de 1-2mg/kg o de ácido etacrínico a una dosis de 1mg/kg

cada 4-6 horas, o de ambos, induce la diuresis y puede revertir la

isquemia cortical renal asociada a la CEC. Tras la PCHP no es raro

observar un período de oliguria o anuria durante 24 horas que se

resuelve en las 12-24 horas siguientes. El uso de diuréticos sólo resulta

eficaz cuando el paciente empieza a tener diuresis espontánea.

El filtrado glomerular, la eliminación de creatinina y la capa-

cidad de concentración medular disminuyen de forma sustancial

en los recién nacidos y en los lactantes pequeños. Por tanto, el uso

de la CEC en estos pacientes se asocia a una retención de volumen

mayor que la observada en los niños mayores y los adultos. El

resultado neto puede ser un aumento de la cantidad total de agua

corporal, un incremento del peso de los órganos (p. ej., pulmones,

corazón) y una mayor dificultad para el destete postoperatorio del

soporte ventilatorio. El uso de la ultrafiltración durante el recalen-

tamiento o después de la CEC puede resultar eficaz para reducir la

cantidad global de agua corporal, limitar los efectos lesivos de

la CEC y disminuir el período de ventilación postoperatori

a 146,147 .

Efectos pulmonares

La cardioplejia protege al corazón, pero el pulmón no consigue una

protección paralela durante la circulación extracorpórea. La dis-

función pulmonar es un hecho frecuente tras la CEC y no se

conoce en detalle su patogenia (v.

tabla 73-12 )

. En un sentido

amplio, la lesión pulmonar está asociada a uno de estos dos meca-

nismos: 1) una respuesta inflamatoria por activación de los leuco-

citos y el complemento, y 2) un efecto mecánico que culmina en la

pérdida de surfactante, atelectasias con la consiguiente alteración

de la relación ventilación-perfusión, pérdida de volúmenes pulmo-

nares y alteraciones de la mecánica respiratoria.

La función pulmonar tras la CEC se caracteriza por una

disminución de la distensibilidad estática y dinámica, una capacidad

residual funcional menor, una deficiencia de surfactante y un

aumento del gradiente A-

a 148,149 .

Las causas más probables son las

atelectasias y el aumento de las fugas capilares por la hemodilución

y la CEC hipotérmica. La hemodilución disminuye las concentra-

ciones de proteínas plasmáticas circulantes, disminuyendo la presión

oncótica intravascular y facilitando la extravasación de agua hacia

el espacio extravascular. La CEC hipotérmica provoca la activación

del complemento y la degranulación de los leucocito

s 150

. Los leuco-

citos y el complemento son fundamentales en la génesis de las

lesiones de la membrana capilar-alveolar y de la disfunción micro-

vascular por la formación de tapones plaquetarios y la liberación de

mediadores, que incrementan la RVP. La técnica de ultrafiltración

modificada (UFM) resulta muy eficaz para reducir el agua pulmo-

nar y la morbilidad pulmonar durante el período postoperatorio.

Respuesta de estrés y circulación

extracorpórea

La liberación de una gran cantidad de sustancias metabólicas y

hormonales, como catecolaminas, cortisol, hormona del creci-

miento, prostaglandinas, complemento, glucosa, insulina, endorfi-

nas y otras sustancias, caracteriza la respuesta de estrés durante la

CEC hipotérmic

a 13,151 .

Las causas probables de la elaboración de

estas sustancias son el contacto de la sangre con la superficie no

endotelizada del sistema de tubos de la bomba y del oxigenador, el

flujo no pulsátil, la presión de perfusión baja, la hemodilución, la

hipotermia y un plano anestésico profundo. Otros factores que

pueden contribuir a incrementar las hormonas de estrés son un

retraso de la eliminación renal y hepática durante la CEC hipotér-

mica, las lesiones del miocardio y la exclusión de la circulación

pulmonar de la CEC. El pulmón es responsable del metabolismo y

la eliminación de muchas de estas hormonas de estrés. La respuesta

de estrés suele llegar a su máximo durante el recalentamiento de la

CEC. Existen pruebas sólidas de que la respuesta de estrés puede

amortiguarse profundizando la anestesi

a 13,151

.

No está claro qué concentraciones de las hormonas de estrés

circulantes, que son una respuesta adaptativa normal del recién

nacido, resultan perniciosas. Existen pocas dudas de que estas sus-

tancias pueden actuar como mediadores de efectos indeseables,

como lesiones miocárdicas (catecolaminas), hipertensión sistémica

y pulmonar (catecolaminas, prostaglandinas), lesiones endoteliales

pulmonares (complemento, prostaglandinas) y reactividad vascu-

lar pulmonar (tromboxano). Se han demostrado los beneficios que

comportan el control de la respuesta de estrés con fentanilo en lac-

tantes prematuros que van a someterse a la ligadura de un CAP y

con sufentanilo en recién nacidos con una malformación cardíaca

congénita complej

a 103,152

. Aunque parece justificado amortiguar la

respuesta de estrés, existen pruebas adicionales de que la respuesta

de estrés del recién nacido, y sobre todo la liberación de catecolami-

nas endógenas, puede constituir una respuesta metabólica adaptativa

necesaria para sobrevivir al part

o 153

. Por eso, puede que no sea desea-

ble suprimir por completo la respuesta de estrés adaptativa. En este

momento se ignora en qué grado los recién nacidos con una pato-

logía aguda y una malformación cardíaca congénita dependen de la

respuesta de estrés para mantener su estabilidad hemodinámica.

Por tanto, parece prudente mantener una profundidad ade-

cuada de la anestesia para atenuar la respuesta de estrés, aunque

puede ser innecesario tratar de bloquear la respuesta por completo.

Es posible que la mejor manera de lograr una anestesia aceptable

durante la CEC sea mediante la administración continua de un

anestésico inhalatorio mediante un vaporizador conectado al oxi-

genador de la bomba, ajustando cuidadosamente las dosis crecien-

tes de opiáceos, o mediante la administración precisa de un opiáceo

o de un opiáceo con una benzodiazepina en infusión continua. Las

técnicas anestésicas primarias con opiáceos consiguen una menor

liberación de hormonas de estrés y disminuyen la acidosis meta-

bólica postoperatoria y la producción de lactato en comparación

con la anestesia primaria con halotano, por lo que puede ser la

técnica preferida en las malformaciones cardíacas congénitas com-

pleja

s 103

. Si se consigue un plano anetésico adecuado mediante la

administración de dosis demasiado elevadas de opiáceos (p. ej.,

fentanilo o sufentanilo), lo más seguro es que se necesite ventila-

ción mecánica postoperatoria. Por el contrario, los valores residua-

les de anestésicos inhalatorios (p. ej., halotano o isoflurano) pueden

producir una depresión miocárdica transitoria al final de la CEC,

complicando el destete de la misma. Gracias a los adelantos de las

técnicas quirúrgicas y a la menor morbilidad de la CEC, es inusual

en nuestra práctica actual que se usen dosis altas de opiáceos.

Interrupción de la circulación

extracorpórea

Para llevar a cabo la interrupción de la CEC, se valora la volemia

visualizando directamente el corazón y monitorizando las presio-

nes de llenado de la aurícula derecha o izquierda. Cuando las

presiones de llenado son adecuadas, se calienta al paciente por

completo, se normaliza su situación acidobásica, tiene una fre-

cuencia cardíaca adecuada y se consigue el ritmo sinusal, se detiene

el drenaje venoso y el paciente puede empezar a destetarse de la

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Anestesia pediátrica