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la retirada del tratamiento vasopresor en pacientes con sepsi

s 54,55 ,

administraron corticoides a dosis bajas durante 7 días. Todos los

pacientes con shock séptico fueron sometidos a una prueba corta

con corticotropina y posteriormente eran asignados de forma alea-

toria a recibir hidrocortisona, 50mg cada 6 horas, más fludrocorti-

sona, 50

m

g/día o placebo. Sus resultados mostraron que, entre los

pacientes que no respondían de forma apropiada a la prueba corta

de corticotropina, el 63% en el grupo placebo y el 53% en el grupo

tratado con corticoides fallecieron (

P=

0,02). El tratamiento vasopre-

sor fue retirado en el 40% de los pacientes del grupo placebo y en el

57% de los del grupo tratado con corticoides (

P=

0,001). Aunque no

existían diferencias en cuanto a la incidencia de efectos adversos

entre los grupos, se producía una leve tendencia, aunque no signifi-

cativa estadísticamente, hacia el aumento de la mortalidad en los

pacientes que no tenían insuficiencia suprarrenal demostrada con la

prueba de corticotropina pero que recibieron glucocorticoide

s 56 .

La administración de corticoides a los pacientes con sepsis

sigue siendo motivo de controversia. Ha finalizado un ensayo alea-

torizado de gran tamaño que recapitula el estudio de Annane y cols.

y documenta la falta de eficacia de la administración de corticoides,

incluso a dosis bajas, y pone de manifiesto una asociación entre el

tratamiento con corticoides y una mayor incidencia de infeccione

s 56 .

El estudio sobre el tratamiento con corticoides del shock séptico

(CORTICUS) fue llevado a cabo para valorar si el tratamiento con

corticoides a dosis bajas mejora la supervivencia de los pacientes con

sepsis y shock séptico. Un total de 499 pacientes fueron incluidos en

el estudio a lo largo de un período de 3 años en 52 UCI de países

europeo

s 56 .

Los pacientes recibieron corticoides con una pauta de

dosis decrecientes a lo largo de 11 días, pero no se administraron

mineralocorticoides. Los resultados fueron decepcionantes. La tasa

de mortalidad a los 28 días no mejoró significativamente en los

pacientes que recibieron corticoides a dosis bajas en comparación

con los que recibieron placebo (34% frente a 31%,

P

=0,57

) 58 .

En resumen, no se deben utilizar grandes dosis de corticoides

en pacientes con sepsis grave. Aunque inicialmente parecía que la

administración de dosis bajas de corticoides con mineralocorticoides

podía ser beneficiosa, los resultados de un estudio multicéntrico alea-

torizado de gran tamaño no han sido reproducibles. Un aspecto sus-

citado por estas investigaciones fue el papel del etomidato como causa

de supresión suprarrenal. Los pacientes que recibieron etomidato para

la intubación traqueal presentaron una peor evolución, por lo que

surgieron recomendaciones acercadenousar etomidatoo, si se emplea,

administrar tratamiento esteroideo sustitutivo durante varios día

s 57 .

Control de la glucemia en los pacientes críticos

Los pacientes críticos ingresados en las UCI con lesiones o infec-

ciones graves, como los pacientes quemados, con traumatismos o

con sepsis, entran frecuentemente en un estado de hipermetabo-

lismo. Esta situación se asocia a una mayor captación y utilización

periférica de glucos

a 59 ,

a hiperlactacidemi

a 60 ,

a un aumento de la

producción de glucos

a 61

, a una depresión de la glucogénesi

s 62

y a

resistencia a la insulin

a 61 .

La intolerancia a la glucosa se desarrolla

cuando se satura la recaptación de la misma en el músculo esque-

lético, el tejido adiposo, el hígado y el corazó

n 63 ,

y se produce hiper-

glucemia debido a la supresión defectiva de la gluconeogénesis y a

la resistencia a las acciones periféricas de la insulina. Todos estos

mecanismos trabajan para generar una situación de hiperglucemia

que satisfaga los requerimientos obligados de glucosa como sustrato

energético. La intensidad de la respuesta metabólica es máxima

varios días después de la lesión inicial y a continuación disminuye

según el paciente se va recuperand

o 60

. Sin embargo, se puede pro-

ducir una respuesta prolongada de hiperglucemia en los enfermos

que aún tienen hipoperfusión tisular o una infección persistente,

que los predispone a sufrir trastornos metabólicos progresivos y

fracaso multiorgánico.

Control «estricto» de la glucemia

Tradicionalmente, la hiperglucemia secundaria a sepsis era conside-

rada como una respuesta beneficiosa, ya que promovía la recapta-

cióncelulardeglucosaencélulasprivadasdeenergía.Serecomendaba

a menudo mantener una concentración de glucosa de 160 a 200mg/

dl, porque se pensaba que permitía aumentar al máximo la recapta-

ción celular de ésta sin provocar hiperosmolarida

d 64,65

. Sin embargo,

la función de los neutrófilos se encuentra alterada en los pacientes

con hiperglucemia por una reducción en la fagocitosis de bacteria

s 66 .

La hiperglucemia en los diabéticos se asocia con un aumento de la

tasa de infecciones postoperatoria

s 67

. También se relaciona con un

peor pronóstico tras un ictus o una lesión cranea

l 68,69

. Un mejor

control de la glucemia (nivel de glucosa en sangre

<

215mg/dl) en

los diabéticos con infarto de miocardio ha demostrado mejorar los

resultados a largo plazo en varios estudio

s 70,71 .

Van den Berghe y cols

. 72

plantearon la hipótesis de que incluso

las hiperglucemias leves (es decir, niveles de glucosa en sangre entre

110 y 200mg/dl) podían resultar dañinas al predisponer a los

pacientes críticos a un aumento de la morbilidad y la mortalidad.

Llevaron a cabo un estudio prospectivo y controlado con 1.548 pa­

cientes de UCI quirúrgicas, que fueron asignados de forma alea­

toria a recibir tratamiento intensivo con insulina (es decir, con el

mantenimiento de los niveles de glucosa entre 80 y 110mg/dl) o

tratamiento convencional (es decir, con niveles de glucosa entre

180 y 200mg/dl). En los enfermos que permanecieron en la UCI du­

rante más de 5 días, el tratamiento intensivo con insulina redujo la

tasa de mortalidad desde el 20,2% que se producía con el tratamiento

convencional hasta el 10% (

P=

0,005). El grupo que recibió trata-

miento intensivo con insulina también presentó una menor tasa de

sepsis (4,2% frente a 7,8%,

P=

0,003), de insuficiencia renal con

necesidad de diálisis (4,8% frente a 8,2%,

P=

0,007) y de polineuro-

patía del paciente crítico (28,7% frente a 51,9%,

P<

0,001). Los

pacientes del grupo de tratamiento intensivo con insulina tenían

también menos probabilidades de requerir ventilación mecánica

prolongada y cuidados intensivos. Los resultados de este estudio

suponen un argumento convincente para llevar a cabo un control

más estrecho de la glucemia, al menos en las UCI quirúrgicas.

Los que se oponen al control estricto de la glucemia en los

pacientes críticos argumentan que el riesgo de la hipoglucemia debe

considerarse seriamente y que es el efecto terapéutico de la insulina

el responsable de los resultados favorables, más que el control de la

glucemia. La insulina posee múltiples efectos, como la inhibición del

factor de necrosis tumoral

a 73 ,

que desencadena la actividad procoa-

gulante y el depósito de fibrina e inhibe al factor inhibidor de los

macrófagos, lo que contribuye a la endotoxemia y al shock tóxic

o 74 .

Para determinar si se trataba del efecto de la insulina o del control

de la glucemia, van den Berghe y cols

. 75

utilizaron un análisis mul-

tivariante para volver a analizar sus datos previos. Parecía que era la

reducción de los niveles de glucosa en sangre, más que la cantidad

real de insulina administrada, la que se relacionaba de forma estre-

cha con las reducciones beneficiosas en las tasas de mortalidad,

polineuropatía y sepsis. Los autores no describieron efectos adversos

debidos a la hipoglucemia en su estudio. En lugar del nivel de glu-

cemia, era la dosis de insulina la que se relacionaba con la incidencia

de insuficiencia renal. Los investigadores pensaron que esta diferen-

cia podía ser el resultado de un efecto directo de la insulina sobre

el riñón o de la necesidad de menos insulina exógena en pacientes

con insuficiencia renal, ya que la insulina es eliminada a través del

riñón. Finney y cols

. 76 ,

en un estudio prospectivo de observación,

ofrecieron más pruebas de que el control de la glucemia, más que la

administración de insulina, es el responsable de los beneficios. Exa-

minaron los efectos del control de la glucemia en 523 pacientes

ingresados en una única UCI quirúrgica. En este ensayo clínico, el

principal determinante de mal pronóstico era la hiperglucemia, más

que la hipoinsulinemia, y se asociaba una reducción de la tasa de

Generalidades sobre anestesia y cuidados críticos 

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Sección VII

Cuidados críticos

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