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mortalidad al control de la glucemia, más que al efecto protector de

la administración de insulina. El aumento de las dosis de insulina se

asociaba con un aumento de la tasa de mortalidad para todos los

niveles de glucemia. Mediante análisis de regresión, sus datos

también sugieren que el mantenimiento del nivel de glucemia por

debajo de 145mg/dl puede proporcionar similares beneficios sobre

la supervivencia que los rangos de glucemia «más estrechos», de

80 a 110mg/dl, utilizados por van den Berghe y cols

. 75

.

Una crítica importante al estudio original de van den Berghe

fue que se realizó con poblaciones quirúrgicas relativamente

homogéneas. Recientemente, el mismo grupo publicó un estudio

de seguimiento en el que estudiaba el control estricto de la gluce-

mia en 1.200 pacientes ingresados en UCI médicas. Los resultados

mostraron una disminución de la morbilidad, definida como una

reducción de lesiones renales de nueva adquisición, una retirada

más rápida de la ventilación mecánica y una salida de la UCI y un

alta hospitalaria más temprana, pero no observaron diferencias en

la mortalidad. Mediante análisis de subgrupos, fueron capaces de

determinar una reducción de la mortalidad con el control estricto

de la glucemia si el paciente ingresaba en la UCI durante 3 o más

días (43% frente a 52,5%,

P

=0,009

) 77 .

Por el diseño del estudio no

queda claro si el tratamiento intensivo con insulina durante menos

de 3 días causa daños o quizá el beneficio del tratamiento intensivo

con insulina requiere más tiempo para ser analizado.

Un estudio reciente fue interrumpido antes de su finalización

debido a la mayor incidencia de hipoglucemia que tiene lugar con el

control estricto de la glucemi

a 78 .

Según los estudios actuales, parece

que la mejoría del control glucémico debe tenerse en consideración

para el cuidado de los pacientes críticos, pero necesita ser realizado

cuidadosamente debido al riesgo de hipoglucemia. La glucemia obje-

tivo óptima puede no ser la misma para todos los pacientes y todas las

situaciones clínicas. En la

figura 81-3

se muestra una pauta de insuli-

noterapia utilizada en la Universidad de California, San Francisco.

Proteína C activada

Los pacientes con sepsis grave presentan inflamación sistémica que

resulta en anomalías de la coagulación, que van desde leves elevacio-

nes plasmáticas del nivel de dímero D hasta la coagulación vascular

diseminada grav

e 79,80 .

El conocimiento de que la sepsis puede provocar

microtrombosis y que los pacientes con sepsis presentan niveles cir-

culantes bajos de proteína C activada (PCA) condujo a la investigación

de la PCA como tratamiento específico de la sepsi

s 81 .

La PCA es un

anticoagulante de producción natural que inactiva los factores Va y

VIIIa y que inhibe la generación de trombin

a 82 ,

que es capaz de esti-

mular múltiples vías inflamatorias. Otros efectos de la PCA consisten

en un efecto permisivo sobre la trombólisis, que permite la elimina-

ción de las microtrombosis sistémica

s 80 .

La PCA también reduce la

expresión del factor tisular y puede unirse a las selectinas, que activan

los neutrófilos de la superficie endotelia

l 83 .

Datos recientes sugieren

que los niveles de PCA pueden predecir el resultado de la insuficiencia

orgánica multisistémica, con independencia del suceso incitant

e 84 .

La PCA humana recombinante (Xigris, Eli Lilly, Indianápolis,

IN) es el primer fármaco que ha demostrado su eficacia en el trata-

miento de la sepsis grav

e 83

. En un estudio con 1.690 pacientes con

sepsis grave, asignados de forma aleatoria a recibir PCA o placebo,

la tasa de mortalidad fue del 30,8% en el grupo placebo y del 24,7%

en el grupo tratado con PCA (

P=

0,005). La infusión intravenosa de

PCA a dosis de 24

m

g/kg/hora durante 96 horas se asociaba a una

reducción absoluta del riesgo de muerte del 6,1%. El efecto adverso

más significativo consistió en hemorragias graves (3,5% frente a 2%,

P=

0,06), como podría esperarse por su efecto anticoagulant

e 83

.

Se recomienda la utilización de PCA en pacientes con sepsis

grave, con una mayor gravedad de la enfermedad (con

25 puntos

en la clasificación de APACHE II) y con una expectativa de vida

razonable si sobreviven al episodio de sepsi

s 85 .

El coste ajustado a la

calidad por año de vida ganado por el tratamiento con PCA se estimó

en unos 33.000 dólares para los pacientes con una puntuación de

APACHE II de

25 puntos y enmás de 958.000 dólares en los pacien-

tes con una puntuación de APACHE II

<

25. Se debe tener cuidado

con la utilización de la PCA en pacientes con trombocitopenia

(recuento plaquetario

<

30.000) o con coagulopatía (cociente interna-

cional normalizado

>

3) por el aumento del riesgo de hemorragia.

El uso de PCA sigue siendo motivo de controversi

a 86 .

Un

nuevo ensayo aleatorizado, controlado por placebo, sobre el uso de

PCA humana recombinante se está realizando en la actualidad

(clinicaltrials.gov, estudio n.° NCT00279214), y puede ayudar a

determinar finalmente la eficacia de este fármaco en el tratamiento

de la sepsis grave.

Insuficiencia respiratoria aguda

Las UCI fueron desarrolladas inicialmente para tratar a pacientes con

insuficiencia respiratoria aguda debida a la polio. Desde entonces, el

tratamiento de los pacientes con insuficiencia respiratoria aguda ha

sufrido una revolución por el desarrollo de los modernos ventiladores

mecánicos. El SDRA en adultos fue descrito por primera vez en 1967

por Ashbaugh y cols

. 87

. Éstos describieron los casos de 12 pacientes

con dificultad respiratoria aguda, cianosis refractaria a la oxigenote-

rapia, reducción de la distensibilidad pulmonar e infiltrados bilatera-

les difusos en la radiografía de tórax. Como esta definición inicial

carecía de criterios específicos que pudieran ser utilizados para iden-

tificar a pacientes de cara a la investigación, el American-European

Consensus Conference Committee recomendó nuevas definiciones

en 199

4 88 .

La definición de consenso incluía los siguientes puntos:

1. Instauración aguda.

2. Infiltrados bilaterales en la radiografía de tórax.

3. Presión capilar pulmonar en cuña de

18 mmHg o ausencia

de evidencias clínicas de hipertensión en la aurícula izquierda.

4. Pao

2

/Fio

2

300 en la lesión pulmonar aguda (LPA) o Pao

2

/

Fio

2

200 en el SDRA.

El primer estudio epidemiológico que utilizó esta definición

de consenso describió una incidencia anual de SDRA de 13,5 por

100.000 personas en Suecia, Dinamarca e Islandi

a 89 .

El tratamiento de la LPA o del SDRA es sobre todo de

soporte con ventilación mecánica, lo que permite ganar tiempo

para tratar la causa subyacente de la lesión pulmonar y para la

curación natura

l 90

. Hasta hace poco, la mayoría de estudios sobre

LPA o SDRA describían una tasa de mortalidad de entre el 40 y el

60%, atribuyéndose la muerte a sepsis o a fracaso multiorgánico

más que a causas primarias respiratoria

s 91-93 .

Diversos ensayos clínicos han estudiado una de las señas de

identidad de la LPA o del SDRA: la reducción de la distensibilidad

pulmonar. El estudio definitivo acerca de la ventilación mecánica

protectora fue dado a conocer en el año 2000 por la red de SDRA de

los National Institutes of Health (NIH

) 30

. En este estudio prospectivo

de pacientes con LPA, la tasa de mortalidad se reducía desde el 40%

en los enfermos que recibían ventilación con volúmenes corrientes

de 12ml/kg hasta el 31% en los pacientes que recibían volúmenes co­

rrientes de 6ml/kg. El grupo de pacientes con un menor volumen

corriente también tuvo más días sin necesidad de ventiladores y más

días libres de fracasomultiorgánico que el grupo conmayor volumen

corrient

e 30 .

Se han postulado diversos motivos para explicar la dis-

crepancia entre este estudio y los otros realizados con anterioridad y

no concluyente

s 94 .

En primer lugar, el estudio de los NIH pudo tener

una mayor capacidad de mostrar diferencias porque empleó

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Cuidados críticos

VII