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óptima de la idoneidad del esfuerzo reanimador y de la respuesta

a intervenciones como el cambio de la profundidad, la frecuencia

y la localización de las compresiones torácicas manuales, así como

de la respuesta a fármacos como epinefrina y vasopresin

a 48 .

Una serie de datos convincentes confirma la existencia de

importantes deficiencias de la RCP, en particular en manos de

profesionales sanitarios con experiencia, en situaciones tanto extra

como intrahospitalaria

s 16,17,67,68

. Las pausas largas sin compresiones

torácicas y las compresiones insuficientes tanto por su frecuencia

como por su profundidad son frecuentes en ambas situaciones y

dan lugar a la disminución del flujo sanguíneo. En estudios con

animales se ha demostrado que el flujo sanguíneo inadecuado

obtenido durante la RCP deficiente durante la parada cardíaca

tiene un impacto negativo tanto en la restauración de la circulación

espontánea como en la supervivenci

a 14,69,70 .

Los datos clínicos

también indican que durante la reanimación se administra una

ventilación excesiva, lo cual también tiene un impacto negativo en

el resultado de la reanimació

n 28 .

Ante todas estas observaciones, el

principal objetivo de las directrices de 2005 era simplificar la RCP

con el fin de prolongar la compresión torácica sin interrupciones.

Control de la vía aérea y ventilación

Los anestesiólogos saben bien que la ventilación es fundamental

para restaurar la circulación espontánea y para la conservación de

órganos durante la parada cardíaca. El programa de formación

de SVCA de la AHA transmite eficazmente esta prioridad de trata­

mient

o 9

. Las técnicas usadas dependen, evidentemente, de la situa-

ción clínica. Para el control inicial de la vía aérea se recomienda la

maniobra de hiperextensión de la cabeza-elevación del mentó

n 9,71,72

.

La epiglotis, y no la lengua, es la principal causa de la obstrucción

de las vías respiratorias en el ser humano inconscient

e 73 .

Debido a

sus inserciones ligamentosas en el hueso hioides, la epiglotis puede

elevarse con maniobras manuales para desplazar el hueso hioides

en dirección anterior. Esta observación anatómica confirma la efi-

cacia de la maniobra de hiperextensión de la cabeza-elevación del

mentón para abrir la vía aérea obstruida. La maniobra de hiperex-

tensión de la cabeza-desplazamiento de la mandíbula consigue el

mismo objetivo de restaurar la permeabilidad de la vía aére

a 74

.

Cuando está indicada la respiración de rescate en un paciente

intubado en parada cardíaca, se aplican lentamente dos respiracio-

nes de 1 segundo después de 30 compresiones durante la RCP con

una o con dos persona

s 9 .

Las respiraciones de rescate deben hacerse

con la fuerza y el volumen suficientes solamente para provocar la

elevación del tórax. Si se aplica una fuerza de ventilación o volú-

menes corrientes excesivos, se corre el riesgo de superar la presión

de apertura del esófago y, por tanto, se contribuye a la insuflación

gástric

a 75

y sus consecuencia

s 76,77

. Una vez colocado el tubo endo-

traqueal, la ventilación puede administrarse con una frecuencia de

8 a 10 respiraciones por minuto independiente de las compresiones

torácica

s 9

. La ventilación debe alterar lo menos posible las compre-

siones torácicas.

Durante los primeros minutos tras el inicio de la parada

cardíaca, las compresiones torácicas son más importantes que la

respiración de rescate (siempre que la parada cardíaca no sea

secundaria a la asfixia, como en caso de ahogamiento o asfixia). El

aporte de oxígeno a los tejidos en la RCP está más limitado por el

flujo sanguíneo y el bajo gasto cardíaco que por el contenido arte-

ria

l 9

. El bajo gasto cardíaco asociado a la RCP hace que la captación

de oxígeno desde los pulmones sea baja, lo cual, a su vez, reduce la

necesidad de ventilar al paciente durante este estado de bajo fluj

o 78 .

Ante esta información, puede decirse que la máxima prioridad

al inicio de la reanimación es administrar compresiones torácicas

sin interrupción.

Dado que los anestesiólogos utilizan procedimientos y dis-

positivos de soporte vital avanzado en la reanimación, tanto en el

quirófano como en otros entornos, a continuación se revisan estos

procedimientos en relación con el control inicial de la vía aérea y

la ventilación. En el formato tradicional del SVB/SVCA, estos pro-

cedimientos se consideran técnicas y complementos del SVCA.

La intubación endotraqueal es el método de control estándar

de la vía aérea que se emplea, y se espera, en el contexto de los

cuidados crítico

s 79 .

Se pueden usar vías aéreas alternativas para

conseguir un control rápido de la vía aérea y la ventilación, a la vez

que se reduce el riesgo de aspiración pulmonar del contenido gás-

trico, en situaciones en las que la intubación endotraqueal no es

posible, como la mascarilla laríngea (ML) y el Combitubo esofago-

traquea

l 80-82

(v. también cap. 40). Estos dispositivos se clasifican en

las Directrices de 2005 como aceptables y posiblemente útiles,

especialmente cuando la persona que realiza las maniobras no

tiene experiencia en la colocación de tubos traqueale

s 9 .

Aunque

pueden ser útiles como dispositivos para ganar tiempo, la intuba-

ción endotraqueal sigue siendo el procedimiento óptimo para con-

trolar la vía aérea y ventilar los pulmones durante la RCP. Sea cual

sea el dispositivo utilizado, una vez que se inserta una vía aérea

avanzada y se confirma su colocación, la ventilación puede propor-

cionarse a un ritmo de 8-10/min sin interrumpir las compresiones

torácicas.

En un paciente en parada cardíaca puede ser difícil confir-

mar la colocación adecuada del tubo endotraqueal, ya que la obser-

vación de los movimientos torácicos y la auscultación de los

campos pulmonares pueden ser equívocas en esta situación. Asi-

mismo, como el flujo sanguíneo pulmonar es muy bajo durante la

RCP, los dispositivos de detección de la Petco

2

no pueden distin-

guir fácilmente la intubación traqueal de la esofágica. Por estas

razones, se ha introducido y aconsejado el uso de dispositivos de

detección esofágica, tal como describió Wee

83 ,

en situaciones

de urgencia como la parada cardíaca. Se han utilizado tanto en forma

de jeringa como con una perilla de autoinflado. Su eficacia para

distinguir la intubación esofágica de la endotraqueal se basa en que

la tráquea se mantiene permeable durante la aspiración de aire,

mientras que el esófago se colapsa debido a su estructura fibromus-

cular. Se ha demostrado la eficacia de la perilla de autoinflado para

distinguir la colocación del tubo en el esófago o en la tráque

a 41,42,84

y para confirmar la posición adecuada del tubo esofagotraquea

l 85 .

En una población atendida en urgencias se observó que el detector

esofágico descrito por Wee era más exacto que la detección de la

Petco

2

debido a su mayor exactitud en pacientes en parada car-

diorrespiratori

a 83 .

Los resultados falsos negativos que se obtienen

con la perilla de autoinflado son más frecuentes en las intubaciones

de urgencia que en los pacientes anestesiados que se someten a

procedimientos programados. Entre las causas, cabe citar la obs-

trucción parcial del tubo con secreciones, atelectasias, broncoes-

pasmo e intubación endobronquia

l 86 .

En los pacientes con obesidad

mórbida se observa una incidencia elevada de resultados falsos

negativo

s 87

, cuya causa es la menor reserva funcional y el mayor

colapso de la vía aérea secundario a la invaginación de la pared

traqueal posterior membranosa después de la aplicación de una

presión subatmosférica con la perilla de autoinflad

o 87 .

Teniendo en

cuenta estas limitaciones, el detector esofágico de perilla de auto-

inflado o de jeringa resulta útil en situaciones de urgencia como la

parada cardíaca, en particular cuando se usa junto con la detección

de la Petco

2

.

A pesar de la gran experiencia que existe con la ML en

pacientes en ayunas que se someten a anestesia general, su papel

durante la RCP es algo más controvertid

o 88-92

. En los pacientes

anestesiados se ha observado que la ventilación con presión posi-

tiva con ML es segura y eficaz, pero preocupa que la insuflación

gástrica se convierta en un problema cuando aumente la presión

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Cuidados críticos

VII